El reciente registro de la celebración «304» de Lamine Yamal como marca figurativa ante la EUIPO no es una simple anécdota, sino una clase magistral sobre la evolución de la propiedad intelectual en el deporte. Para abogados y representantes, este caso se ha convertido en un manual de referencia sobre cómo transformar la fama de un atleta en un activo legal protegido y monetizable. Este artículo desglosa las claves legales del caso y ofrece una guía práctica para aplicar estas estrategias.
Uno de los primeros puntos de análisis para cualquier profesional del derecho deportivo es la correcta elección del vehículo de protección. La estrategia de Yamal de optar por la marca en lugar del copyright es jurídicamente impecable.
Una marca no protege una idea, sino su función como identificador de un origen empresarial en el mercado. Al registrar su gesto, Yamal no protege la «coreografía» de su celebración, sino su capacidad para distinguir productos (ropa, calzado, etc.) asociados a él. Es, a efectos prácticos, su logo personal.
El copyright protege obras originales (literarias, artísticas, etc.). Una celebración, por su simplicidad, rara vez cumple el requisito de «originalidad» de una obra coreográfica. La protección por derechos de autor habría sido, con toda probabilidad, denegada o, como mínimo, extremadamente débil.
Aquí reside el núcleo de la cuestión legal y el mayor reto a superar. Un gesto, a priori, es genérico y no registrable.
El equipo legal de Lamine Yamal ha basado su éxito en la doctrina de la distintividad adquirida por el uso. Gracias a la exposición mediática masiva y su uso consistente, el público ya no percibe un simple número, sino que asocia inequívocamente el gesto con el futbolista. Este fenómeno convierte un signo genérico en un activo legal distintivo. El precedente más claro es la icónica pose «El Rayo» de Usain Bolt, que siguió el mismo camino para convertirse en una marca registrada.
Más allá del análisis, el caso Yamal ofrece una hoja de ruta clara para los abogados deportivos y representantes que gestionan los derechos de imagen de futbolistas.
El primer paso es identificar los activos. No se limite a los logos o firmas. Realice una auditoría completa que incluya:
El registro debe ser estratégico. Tal y como consta en el expediente público de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), disponible para consulta aquí, el equipo de Yamal ha solicitado protección para clases clave como:
La correcta selección de clases es fundamental para asegurar una protección comercial efectiva y alineada con los objetivos de negocio del atleta.
Los contratos de patrocinio, publicidad y representación deben evolucionar. Es crucial incluir cláusulas específicas que definan:
El registro es solo el comienzo. Es indispensable establecer un sistema de vigilancia para detectar usos no autorizados o intentos de registro de marcas similares que puedan generar confusión. La defensa activa de la marca es lo que garantiza su valor a largo plazo.
El caso Lamine Yamal confirma que la propiedad intelectual en el deporte ha dejado de ser un área accesoria para convertirse en un pilar central de la carrera de un atleta. Para los abogados y agentes, esto significa que un asesoramiento de élite ya no se limita a la negociación de contratos, sino que exige una visión 360º que integre la protección proactiva de todos los activos intangibles del deportista. El futuro del asesoramiento deportivo ya está aquí.
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