Los grandes partidos, las carreras populares y los torneos internacionales comparten la emoción de la competición y la necesidad de una seguridad impecable. La prevención de riesgos en eventos deportivos no es solo un requisito legal, sino la base para el éxito. Ignorarla puede acarrear sanciones, demandas e incluso responsabilidades penales.
Marco legal y responsabilidades
La seguridad en los eventos deportivos es una obligación que trasciende fronteras y se regula por normativas específicas en cada país. En España, la Ley del Deporte y las normativas autonómicas exigen al organizador garantizar el control de accesos, coordinar con las fuerzas de seguridad y disponer de planes de emergencia efectivos.
A nivel internacional, una mala gestión de la prevención de riesgos en eventos deportivos puede ser devastadora. La tragedia de Hillsborough en Reino Unido (1989), donde 96 personas fallecieron por fallos en el control de multitudes y la falta de medidas preventivas, impulsó una profunda reforma en la legislación británica, dando lugar al Safety of Sports Grounds Act 1975 y a la adopción de la Green Guide, referentes mundiales en seguridad deportiva.
En Alemania, la Federación Alemana de Fútbol ha impuesto multas y sanciones a clubes por incumplimientos de protocolos de seguridad, como en el partido entre Borussia Dortmund y Bayern Múnich en 2017, donde se identificaron fallos en la gestión de accesos que pusieron en riesgo la integridad de los asistentes.
En Estados Unidos, aunque no existe una ley federal unificada, las grandes ligas como la NFL y la NCAA exigen rigurosos estándares de seguridad. La no conformidad con estos estándares ha llevado en ocasiones a la cancelación de eventos y a la pérdida de derechos televisivos.
En Latinoamérica, especialmente en Chile, se observan avances recientes que recalcan la importancia de reforzar la prevención de riesgos en eventos deportivos. En abril de 2025, durante un partido de la Copa Libertadores en el Estadio Monumental, una avalancha en la que fallecieron dos jóvenes por derrumbe de una barrera metálica puso en evidencia que las medidas de seguridad exigidas no fueron suficientes. Este trágico suceso derivó en la suspensión del encuentro y motivó una revisión de protocolos. El gobierno chileno anunció el abandono del programa “Estadio Seguro” y planteó su sustitución por una política más preventiva y participativa, centrada en la educación, la cooperación con los grupos de hinchas y el cumplimiento estricto de planes de emergencia
Australia, por su parte, regula la seguridad en eventos deportivos con el Sporting Events (Crowd Safety) Act, que obliga a los organizadores a presentar planes integrales y contar con seguros que protejan tanto a participantes como a asistentes. El incumplimiento de estos requisitos no solo impide la autorización del evento, sino que expone a los organizadores a acciones civiles por negligencia.
En Latinoamérica también existen ejemplos trágicos por la falta de prevención de riesgos en eventos deportivos. En 1964, durante un partido de fútbol entre Perú y Argentina en el Estadio Nacional de Lima, una mala gestión de la seguridad y el control de multitudes derivó en una avalancha humana que causó más de 300 muertes y centenares de heridos. Este suceso marcó un antes y un después en la legislación deportiva peruana, que desde entonces exige protocolos de evacuación y control de accesos más estrictos.
A pesar de las diferencias legislativas entre países, todos estos marcos legales coinciden en un principio fundamental: la responsabilidad última de proteger la integridad de deportistas, público y personal recae en el organizador. Esta obligación es la base esencial sobre la que se construyen todas las demás medidas preventivas.


El plan de seguridad como eje central
Un plan de seguridad no es un mero trámite, sino el mapa que guía la prevención de riesgos en eventos deportivos. Debe ser elaborado por un técnico cualificado e incluir la evaluación de riesgos (aforo, climatología, estado de instalaciones), protocolos de evacuación y asistencia médica, coordinación con fuerzas de seguridad y protección civil, y una distribución clara del personal.
La Green Guide británica es el estándar de referencia mundial para la elaboración de planes de seguridad en eventos deportivos. Esta guía detalla criterios técnicos y procedimientos para la gestión de multitudes, evacuación y control de accesos que han sido adoptados por países como Australia y Sudáfrica. Por ejemplo, Australia incorpora en su normativa el Sporting Events (Crowd Safety) Act, que exige planes de seguridad alineados con principios similares a los de la Green Guide, incluyendo evaluaciones de riesgo y protocolos de emergencia rigurosos, que deben ser aprobados para obtener la autorización de eventos masivos.
Formación y comunicación: dos pilares clave
La prevención de riesgos en eventos deportivos depende directamente de la capacitación del personal. En el Reino Unido, el programa de formación para el personal de eventos, como el Stadium Safety Officer Training, es obligatorio para organizadores y voluntarios en estadios regulados, asegurando que todo el equipo esté preparado en primeros auxilios, gestión de multitudes y procedimientos de evacuación.
En Canadá, la iniciativa Canadian Sport Event Safety and Security establece requisitos formativos mínimos para el personal en eventos deportivos de gran escala, garantizando una correcta respuesta ante emergencias.
La comunicación eficaz con el público es otro pilar clave. En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, se implementaron sistemas multilingües de megafonía, señalización digital y aplicaciones móviles con información en tiempo real, lo que permitió orientar a los espectadores durante emergencias climáticas y otras incidencias, evitando situaciones de pánico y facilitando evacuaciones ordenadas.
Licencias, permisos y seguros obligatorios
La obtención de licencias y permisos es un requisito indispensable para cualquier evento deportivo. Antes de su realización, el organizador debe gestionar todas las autorizaciones municipales, autonómicas o nacionales que correspondan, lo cual incluye no solo el permiso para el uso del espacio o recinto, sino también la aprobación del plan de seguridad y emergencia presentado. Esto garantiza que la autoridad competente haya revisado y validado los protocolos diseñados para salvaguardar a los asistentes y participantes.
Los seguros deportivos son igualmente cruciales. Más allá de cumplir con la legislación, contar con pólizas que cubran accidentes, responsabilidad civil y daños a terceros protege tanto a los organizadores como a los participantes frente a posibles reclamaciones. En muchos países, como España con el Real Decreto 849/1993, esta cobertura es obligatoria para todos los deportistas federados, pero es recomendable extenderla para voluntarios, personal y público en general, sobre todo en eventos masivos o de alto riesgo.
En países como Australia o Reino Unido, el proceso para obtener la autorización de eventos incluye la presentación de planes integrales de gestión de multitudes y la acreditación de seguros específicos, lo que refleja la importancia de la planificación y la cobertura de riesgos desde etapas tempranas.
El incumplimiento de estas obligaciones puede suponer la suspensión o cancelación del evento, además de multas y posibles responsabilidades civiles o penales si ocurre algún incidente. Por tanto, gestionar adecuadamente licencias, permisos y seguros no es solo un trámite burocrático, sino una clave esencial para evitar riesgos legales y económicos que puedan poner en peligro la viabilidad del evento.
Seguridad legal como ventaja competitiva
Cumplir con las obligaciones legales en prevención de riesgos en eventos deportivos es una inversión que aporta seguridad y confianza. Los organizadores que integran estos estándares en sus eventos no solo evitan sanciones, sino que también fortalecen su reputación ante patrocinadores, autoridades y asistentes, asegurando la continuidad y el éxito a largo plazo.
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